Julieta Seco: una catamarqueña en Rotterdam
Julieta Seco es una joven realizadora catamarqueña que está viajando por el viejo continente. Hace poco participó del Festival Internacional de Cine Rotterdam, uno de los festivales más importantes de Europa. Le pedimos que nos cuente su experiencia y no envió esta reseña.
Había escuchado hablar y había leído algunos artículos en diarios digitales sobre el Festival Internacional de Cine Rotterdam. Cuando decidí a viajar a Holanda entré al sitio oficial del Festival para ver qué onda, informarme un poquito y hurgando las áreas encontré una que se llama "Volunteers". Así me enteré que podía ser parte del festival trabajando como voluntaria en distintas actividades; yo, por ejemplo, fui asistente de la sala de proyección, controlaba tickets, guiaba a la gente para entrar a la sala, repartía las boletas para que el público elija el premio de la mejor película y un par de veces tuve el agrado de entregar flores a los directores que siempre participaban de un debate interesantísimo al final de la proyección de las películas. El trabajo que hice no me lo pagaron con dinero pero si con comida y pases gratis tanto a las películas como a la mayoría de los eventos; para mí, suficiente cine y comida son elementos vitales, diría que espirituales también.
El festival es enorme (fue creciendo, claro) e importante, masivo en el sano sentido, me animo a decir. No es estrictamente independiente ni comercial, y eso es el encanto más grande de la propuesta, es muy diverso no solo porque participan películas de todos los continentes sino porque hay secciones de documental, retrospectivas, video experimental, estrenos, cortometrajes, millones de cosas. El jurado para la competencia internacional de mejor película fue formado por directores y artistas grandes, uno de ellos fue Lucrecia Martel.
El festival apuesta a lo nuevo, tanto a películas como a directores, a la renovación y regeneración de lo viejo-bueno. Vi películas viejísimas de Artes Marciales, algunas del genio Nikita Mikhalkov, el cine nuevo coreano es perfecto poéticamente, la obra de Agusti Villaronga, siempre tan crítica y cruda, Nathaniel Dorsky con su imagen muda, una peli de Kitano también participó, la nueva de Iñarritu, Enrique Collar (promesa paraguaya con su humilde pero potentísimo cine), los jóvenes franceses con su cine estético pero no superficial, es mucho, mucho mundo e infinito.
Tiene mucha actividad en cuanto a producción, hay muchos espacios llamados "meetings" para que productores y realizadores puedan establecer contactos y generar relaciones. Eso esta buenísimo porque es accesible y abierto, las jerarquías no son límites en este especial caso. Tuve la oportunidad de conocer muchos directores, productores y gente que trabaja y vive del cine, aparte de todos los voluntarios, gente de todas las edades, todos ellos amantes del cine y la mayoría relacionados al arte en general, eso es precioso y muy rico. La atmósfera es cálida y el ambiente cosmopolita, la mayoría de los organizadores es gente joven, fresca con ganas de cambiar: cambiar ellos, cambiar el cine, expandir.
Es muy importante la producción latinoamericana dentro del festival, hubo muchas pelis de Brasil, Paraguay, Chile, Perú; también participaron tres películas argentinas (una de ellas, de Córdoba, que fue aclamada por el público!!) Se reciben millones de proyectos al año y una gran cantidad son argentinos y eso les fascina. Están muy interesados en el nuevo cine argentino y lo que va derivándose, ramificándose o descubriéndose a través del lenguaje en ese tipo de producciones, más pequeñas quizás en cuanto a industria y a países.
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