Cine a la intemperie: una cruzada para democratizar la cultura audiovisual
Durante dos años y medio, dos jóvenes profesionales radicadas en Córdoba recorrieron Latinoamérica para difundir películas independientes en regiones excluidas de los circuitos comerciales.
Tras recibir una maraña de abrazos se dirigen a la bodega y comienzan a descargar sus cosas. Los bultos suman 20, más una pala y dos bicicletas… El proceso concita la curiosidad de quienes esperan en los andenes de la terminal de Córdoba. “Sí, es una mudanza”, sostienen, como ante cada control. Aunque están de vuelta en casa, tras dos años y medio bajo distintos cielos, sienten que su hogar excede cualquier radio urbano...
Al fin, ambas apartan cuidadosamente dos cajas, una con equipos de sonido, otra con un proyector. Allí conservan los registros del proyecto denominado Cine a la Intemperie, una aventura que las llevó por 18 países de Latinoamérica para difundir 111 filmaciones en pueblos a los que no llega la distribución masiva de producciones culturales.
Con una camioneta preparada para proyecciones ambulantes, Viviana García y Griselda Moreno han recorrido 50.000 kilómetros, guiadas por una clara premisa: recuperar la faz transformadora que el cine parece haber perdido bajo las luces del mainstream.
En 30 meses bordaron con trazo propio el mapa del cono sur, tejiendo una trama de la que participan 11 naciones: la Red de cines itinerantes de América Latina.
Reflexión y cambio
“Cine a la Intemperie es un proyecto cultural sin fines de lucro. Tiene como objetivo difundir audiovisuales argentinos y latinoamericanos por lugares no convencionales de América Latina en una unidad móvil”, explica Griselda Moreno, comunicadora social especializada en fotografía y viajes.
“Queremos hacer proyecciones al aire libre para que todas las personas tengan acceso a un buen audiovisual; queremos poner a la intemperie un cine que no es el comercial sino el independiente latinoamericano, cuyas realizaciones ayudan a conocernos y reconocernos”, amplía Viviana García, fotógrafa y licenciada en Cine y TV.
Ella es una de las dos realizadoras que concibió el plan hace cinco años. La otra es Verónica Rocha, especialista en documentales, quien finalmente no pudo participar del viaje. “Todos los jueves, durante dos años y medio, nos juntábamos para definir qué queríamos hacer y cómo. Nos basamos en la idea de proyectar audiovisuales que ayuden a producir una reflexión y quizás luego un cambio. Quisimos llegar con algo diferente a pueblos remotos, mostrando realidades diversas, apoyando causas justas.”, amplía.
“Viajar bajo este concepto significó entrar por ventanas olvidadas, arrancar emociones ignoradas, escuchar voces del silencio y leer cientos de rostros que encierran la historia de un pueblo. Fue como penetrar en las entrañas de nuestro continente y descubrirnos como latinoamericanos. Acaso Cine a la Intemperie se trate de una cruzada contra la indiferencia, la postergación, la represión y el olvido. Por eso reconforta que haya muchos proyectos independientes, movimientos sociales, colectivos organizados, resistiendo y enfrentando situaciones parecidas”, se explaya Griselda.
-¿Qué clase de filmaciones proyectaron?
GM - Obras que abordan problemáticas de género, derechos humanos, derechos del niño, derechos de los pueblos originarios, las luchas de la clase obrera, el cuidado del medio ambiente y la preservación de los recursos naturales. Estamos convencidas de la necesidad de la reflexión, la palabra y la acción en torno a estas problemáticas. Por eso buscamos expresiones que aporten valores, identidades y significados que vayan más allá de lo comercial y se comprometan carnalmente con lo social.
- ¿Qué efecto le atribuyen al cine sobre las construcciones de sentido de los espectadores?
VG - El cine es un gran influyente, un perfecto emisor de mensajes y contenidos ideológicos. Instruye, muestra, es una ventana para revelar diferentes realidades, formas de vivir, pensar, sentir y actuar. Las historias que se ven a veces son propias, sin importar el punto geográfico. Esa identificación lleva a la comprensión en cuanto se experimentan los mismos problemas y catapulta la ilusión al saber que esos problemas encontraron soluciones en otras comunidades.
- ¿Cuál fue la respuesta de la gente a esta propuesta?
GM - Ha sido admirable. Por ejemplo, en San Antonio de los Cobres, al intendente le encantó la propuesta e inmediatamente nos cedió todos los medios para difundir y convocar al pueblo. En Río Grande, comunidad de la Segunda Región de Chile, tuvieron que prender las turbinas de agua y esperar tres cuartos de hora para tener electricidad. Luego de la función la presidenta no paraba de agradecernos por haber llegado hasta su pueblo y mostrar estos audiovisuales informativos.
VG - En el Valle del Colca, en Perú, tuvimos 10 días de proyección continua, moviéndonos cada día rumbo a otro pueblo, convocando a la población desde parlantes localizados en los campanarios de las iglesias. También aprovechamos una iglesia en Puerta de San Marcos, México, pues era la única obra terminada luego porque el pueblo había sido relocalizado para la construcción de una represa. Fuimos parte de las movilizaciones del pueblo campesino ecuatoriano contra las minas. En un par de asambleas presentamos audiovisuales sobre las consecuencias que ha generado la instalación de La Alumbrera en Catamarca. Quedaron todos con la boca abierta.
“Vale todos los esfuerzos”
Durante su recorrido Griselda y Viviana debieron superar varias adversidades. Desde la rotura de su especialmente equipada Estanciera en Bolivia (a la reemplazaron por una 4x4 tras arduas negociaciones con abogados y hasta con estafadores) hasta un regreso en el que debieron deshacer y rehacer sus bultos en una decena de controles, pasando por accidentes y pernoctaciones en lugares desolados. No obstante, todas fueron resueltas tanto por su ingenio como por la ayuda de gente en muchos casos desconocida.
“Nos moldeamos a las circunstancias que se anteponían, sabiendo que si una puerta se cerraba había otra que esperaba ser abierta. Nos conmovió la entrega de muchas personas que apenas conociendo el proyecto se encantaron y nos ofrecieron lo que tenían para ayudarnos. La bondad y la solidaridad no mueren todavía y gracias a ellas Cine a la Intemperie caminó hacia sus objetivos. Confirmamos que la lucha por sacar adelante proyectos filantrópicos vale todos los esfuerzos”, indica Viviana.
- En semejante trayecto han encontrado muchas y diversas situaciones sociales…
VG - ¡Tantas realidades como personas! Llegamos a Bolivia mientras se realizaba un referéndum por “Sí Evo” con el apoyo de los pueblos originarios. En Ecuador, los campesinos luchando contra las Minas a Cielo Abierto. Estuvimos en una Honduras sumida en una crisis social y un México cargado de crímenes y altísimos niveles de femicidios. En Nicaragua se celebraba el 13º aniversario de la Revolución Sandinista, pero muchas personas no acudieron porque creen que se desvirtuaron los principios por los cuales se luchó. En El Salvador se organizan talleres para que las familias multipliquen conocimientos y desarrollen habilidades productivas, para ser gestores de su propio desarrollo. Visitamos una Costa Rica que se opone a la instalación de granjas atuneras en el Golfo Dulce. Fuimos recibidas por un pueblo cubano de un gran espíritu luchador, amor, solidaridad y hospitalidad… Igual que Bolivia. Y mucho más…
- ¿Han cumplido los objetivos que se propusieron?
GM - Hemos cumplido objetivos geográficos, culturales y sociales. Y en algunas instancias hemos superado nuestras expectativas. En el camino fuimos dibujando ramas a nuestro árbol inicial. La Red de Cines Itinerantes de América Latina es una de ellas. No habíamos imaginado que organizaríamos en la mitad de nuestro viaje la primera reunión de cines móviles latinoamericanos en México. La ruta nos había mostrado el potencial de la exhibición alternativa en proyectos similares y se nos ocurrió encontrarnos para aprender de otras experiencias y potenciar nuestro trabajo.
VG - Hemos terminado la primera etapa, el viaje en sí. Resta afrontar la segunda, que se resume en un documental y un libro en los que narraremos el viaje. En eso estamos trabajando, con la esperanza de que a mediados de este año giremos por Argentina presentando lo que hicimos con una muestra itinerante. Luego vienen giras más cortas en otros países. Por eso sigue abierta la convocatoria a la recepción de materiales, así como la invitación a que nos sigan apoyando institucional y económicamente.
- ¿Cómo contribuye esta experiencia con el desarrollo del cine latinoamericano?
GM - Contribuye a la creación de más cines móviles en cada país. En Colombia fuimos inspiración de un cine bus, en México impulsamos un proyecto basado en una cineteca ambulante por el estado de Nuevo León… Crear una asociación que nos agrupe podría ser una excelente alternativa para sentar bases. También contribuimos a agregar plusvalía a las posibilidades de la imagen al mostrarlas a públicos vírgenes. Este tipo de experiencias ayudan a expandir el cine social, democratizando lo audiovisual.
VG - Justamente, ambicionamos convertirnos en una ventana de promoción e integración de ese cine independiente.
Desde un campanario y en una base militar
Durante dos años y medio, Griselda y Viviana recorrieron 18 países.
Desde Córdoba, y tras pasar por el noroeste argentino, visitaron Chile, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, El Salvador, Honduras y Guatemala, hasta llegar a Tijuana, México. Desde allí, emprendieron un retorno que incluyó pasos por Cuba, Venezuela, Brasil, Paraguay, Uruguay y nuevamente Bolivia.
Plazas, parques, calles, iglesias, capillas, escuelas, centros culturales, comunidades campesinas y de pueblos originarios, polideportivos, canchas de fútbol, canchas de basquetbol, geriátricos, cárceles, correccionales y hasta hospitales sirvieron como lugares de proyección.
La mayoría de las proyecciones ocurrieron en pueblos pequeños, por lo que la convocatoria rondaba las 80 personas. No obstante, en el Centro de Formación de Infantería de Marina de Coveñas, Colombia, se llegaron a reunir unas 2.300 personas.
Red de cines itinerantes de América Latina
Se define como un colectivo que reúne diversas experiencias itinerantes de intervención cultural a partir de la exhibición de producciones audiovisuales, para públicos excluidos de los circuitos formales de distribución y exhibición.
Conformada en septiembre de 2010 en Puebla, México, tras el Primer Encuentro de Cines Móviles de América Latina, está integrada por proyectos provenientes de Argentina, Brasil, Uruguay, Chile, Colombia, Venezuela, México y Holanda como país invitado
Entre sus objetivos destaca la búsqueda por la integración latinoamericana, la promoción de las culturas locales y la facilitación del acceso a la cultura audiovisual.
Sus encuentros son anuales. El próximo será en el segundo semestre de 2011, en Brasil.
Para más información: http://www.redcinemovil.org
Quiénes son
Viviana García
Fotógrafa y productora. Nacida en La Plata, se recibió de licenciada en Cine y TV en la Universidad Nacional de Córdoba. También se graduó como perito en Fotografía en la escuela Lino Spilimbergo de dicha ciudad. Sus fotografías obtuvieron premios, menciones y han sido publicadas en libros (Informe Conadep, Córdoba), revistas (La Intemperie) y diarios internacionales (La Jornada de México).
Griselda Moreno
Licenciada en Comunicación Social de la Universidad Nacional de Córdoba, se especializó en periodismo y fotografía de aventuras y viajes. Es corresponsal en Argentina para las revistas Andes International Magazine, R.A-Revista Argentina, Arqueología Siglo XXI. Colabora con más de una decena de revistas y diarios tanto en América como en Europa.
fuente
http://www.puntal.com.ar/notiPortal.php?id=68921
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